Un inspector de Tránsito de una ciudad del Alto Valle fue el encargado de literalmente pararle el carro al intendente y paladín justicialista y multarlo por no cumplir con las normas de tránsito.

Resulta que el “zorro” (apodo con el que se conoce a los inspectores en la ciudad) habría detectado al jefe comunal conduciendo por la céntrica calle Tucumán en plena hora pico al tiempo que utilizaba su teléfono celular, algo manifiestamente prohibido por la legislación. Con el sonido del clásico silbato habría obligado al dirigente a detener su auto oficial al tiempo que le habría labrado la correspondiente acta de infracción, ante la mirada sorprendida (y asustada) de varios vecinos de la ciudad.

El hecho habría ocurrido pocos días atrás, frente a un céntrico supermercado de la ciudad ubicado tan sólo a una cuadra del edificio municipal. Al intendente no le habría quedado otra que recibir la infracción, aunque se habría negado a firmarla. Antes de retirarse raudamente del lugar del suceso le habría dicho al inspector que luego lo quería ver en su despacho.

Terminado su turno el joven inspector se presentó en el despacho del jefe comunal, donde recibió con una catarata de insultos, incluso algunos epítetos calificativos referidos al color de su piel. Tranquilo como agua de tanque el joven inspector se habría limitado a señalar que la normativa de tránsito es clara al establecer que no se puede conducir y utilizar el teléfono celular, salvo que sea en la modalidad manos libres.

Aún más enfurecido por la tranquilidad del inspector el jefe comunal le habría advertido al empleado que lo iba a despedir, ahí el inspector le habría respondido que como intendente el podría hacer lo que considere necesario, pero que de cumplir con sus amenazas, no le quedaría otro camino que recurrir a los medios para denunciar haber sido despedido por labrarle una infracción al intendente.

Por suerte el funcionario habría preferido poner fin a la discusión sólo con más gritos e insultos… sin que por el momento cumpla con la amenazas de despedir al trabajador… seguramente para evitar un escándalo que esmerilaría su imagen…

En fin, la situación habría servido para confirmar que las ordenanzas fueron escritas para todos los mortales, incluido él. Igualmente dicen que el acta de infracción habría terminado en un cesto de residuos de la Dirección de Tránsito y Transporte de la comuna. (ADN)

Martes, 5 de agosto de 2014