Rio Gallegos - Santa Cruz. 4 de Mayo del 2024
CALETA OLIVIA

La familia de uno de los chicos apuñalados contó la pesadilla que vivió y reclama Justicia

La familia de Franco Echelaine aguarda con más esperanzas su recuperación. Las heridas en riñón y en un vaso sanguíneo deben tratarse con mucha atención en la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) del Hospital Zonal de Caleta Olivia.



Su madre Dominga Atencio, y sus cuatro hijas hacen la vigilia todo el día. Franco es el único hijo varón.
El padre fue el que descubrió la herida, cuando en la madrugada del domingo, reparó que al costado de la cama donde se había derrumbado Franco había abundante sangre. El hombre tocó a su hijo, lo volteó y se encontró con la herida en la parte baja de la espalda. Así fue que dio aviso a los policías y estos a la ambulancia.
Todos dicen que si el padre no hubiera visto la sangre, y su el chico hubiera quedado durmiendo por horas, no se salvaba. Es que la puñalada fue tan rápida que ni se vio, ni Franco la sintió tanto, porque no le dijo nada a su progenitor cuando éste lo llevaba de la calle a la casa, después de la pelea con el agresor.
Daiana, una de las hermanas es la que vio todo. Fue testigo directa del momento en que Franco se defendía del ataque de dos jóvenes, de 22 y 23 años de edad aproximadamente. Está indignada. El agresor vive cerca, muy cerca de la casa de ellos, en barrio Koltum.
La novia, Luciana, también está con un sentimiento de nervios, de bronca.
Ninguno de esta familia se muestra abatido, quizás la pesadumbre fue el domingo, cuando Franco permaneció por largas horas en “coma farmacológico”.
“No sé por qué pasó esto. Mi hermano no es de salir mucho. No busca camorra. Es un chico tranquilo que se dedica a los caballos, en la chacra”, dijo una de las jóvenes presentes en la sala de espera de la UTI.

EMPEZÓ EN EL BOLICHE
La hermana y la novia narraron a La Vanguardia del Sur lo que ocurrió. Dicen que todo empezó dentro del boliche “Cebra Disco”.
Franco fue con ambas a divertirse. “Estábamos bailando y el chico, el agresor, pasó y le pegó un codazo”, dijo una de ellas. Ese fue el primer contacto violento. Y ahí se armó una primera pelea entre él, el agresor y un amigo del mismo. Llegaron los policías de guardia, y lo agarran a Franco, “y el otro aprovecho y le pegó en la boca”.
Después los uniformados lo llevaron afuera del boliche. Allí las chicas ayudaron a Franco y se fueron todos juntos hasta la casa.
A los minutos, el muchacho salió otra vez para acompañar a su novia hasta la remisería del barrio 8 de Julio.
Al regresar, primero se metió dentro de la casa y después salió porque el agresor lo esperaba afuera, amenazándolo. Y el otro, el amigo también estaba allí con un arma de fuego.
Franco salió, y se defendió como pudo, batiéndose en lucha, a treinta o cuarenta metros de la casa, en la esquina de Chacabuco y Las Violetas.
Daiana contó que sacó fuerzas de donde pudo y fue la que separó y corrió al otro, al amigo, que tenía un arma de fuego.
A todo esto, la madre entraba y salía desesperada de la casa. Se llamó a la Policía. Cuando llegaron los uniformados de la Seccional Segunda, el del arma de fuego huyo hasta su casa, cerca del barrio también; y lo mismo hizo el que acuchilló.
Los policías permanecieron unos minutos allí, alertas para que no volvieran los agresores. Y es allí cuando el padre se dio cuenta de la herida, con su hijo en el dormitorio, y salió a avisar a los uniformados.
Con todos los datos que dieron la hermana, la madre y el padre, los policías fueron directamente a la casa del agresor y lo detuvieron. Tras la intervención del Juzgado de Instrucción, recuperó la libertad.
Dominga habló con este portal, reclamando “que el juez tome conciencia”, porque el agresor que casi mata a su hijo “está suelto, en libertad, y que la Justicia se ponga en mi lugar”.
“Sabemos quién es, dimos nombres, datos. El juez no me pudo tomar declaraciones porque estaba con urgencia (ayer). Dice que son lesiones leves, que hay que esperar”.
Sobre el agresor contó que “tiene antecedentes” de violencia. “Esta vez le tocó a mi hijo. Llamé la atención al papá. Y el papá me pidió disculpas. A la madre parece que no le importa”.
La violencia no sucedió entre extraños. Daiana recuerda que cuando eran niños, todos jugaban en los patios. Al agresor lo conocían, compartían juguetes, y jamás se les iba a pasar por la cabeza que diez o quince años después él intentara matar a su hermano. (La vanguardia del sur)


Miércoles, 13 de agosto de 2014


 
 


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