La mujer padeció los efectos del envenenamiento y salvó su vida gracias a la veloz reacción de su padre. Desconocidos arrojaron comida envenenada con el aparente fin de matar mascotas y casi provocan su muerte. En un trayecto de sólo dos cuadras hasta el hospital, padeció rigidez muscular, vómitos de espuma y otros efectos. Su perrito “Marley” no logró sobrevivir. Alarma y preocupación ante estos hechos en Los Antiguos.

Andrea Ruiz, una joven de Los Antiguos, fue envenenada. No de forma directa, sino mediante su mascota. Es mamá de dos pequeños niños. Además, es amante de los animales domésticos. Su perrito se llamaba Marley y corrió la suerte de muchas otras mascotas de Los Antiguos, donde varios vecinos advierten que hace tiempo desconocidos se dedican a envenenarlas.

Claro que la manipulación de sustancias tóxicas puede traer consecuencias más allá de las deseadas y generar desgracias que superan incluso el daño y la brutalidad de matar animales indefensos. “Llegué con lo justo. Se siente horrible. Tuve los mismos síntomas del perro envenenado. Vomitaba espuma, después empecé a sentir temblores. Tenía mucho calor, pero temblaba. Me costaba coordinar, se me iba el cuerpo y no aguantaba parada”, señaló Andrea respecto al inicio de la intoxicación.

Ella se encontraba en la casa de su madre, junto a su perro, cuando comenzó a sentir lo mencionado. Todo podría haber derivado en una mayor desventura, de no ser por la rápida acción de su padre. “Por suerte mi papá estaba ahí. Me llevó al hospital que está a dos cuadras, pero en la plaza (ubicada entre la ruta de acceso al pueblo y el nosocomio) ya sentí que no aguantaba, que no podía respirar. Tenía contracciones en los músculos. Mi papá empezó a tocar bocina desde la esquina del hospital y los médicos estaban esperando en la puerta. Ya no podía coordinar las piernas”, describió.

La mujer sintió que en cualquier momento podía perder la vida. No obstante, el procedimiento médico resultó sumamente rápido. “La verdad, sentí mucho miedo y desesperación, me pusieron en la camilla, me pusieron suero, oxígeno, no paraba de temblar y mis músculos estaban rígidos. Me pusieron medicación en el suero y a la media hora estaba mejor. Después de un rato de ya no temblar, me pasaron a sala común”, explicó.

Responsable sin control

Andrea recibió el alta ambulatoria, pero desconoce aún si la sustancia que la envenenó le traerá secuelas. Se siente agradecida por continuar con vida, pero también reclama que el responsable sea hallado. “Estoy agradecida con la atención del hospital. El doctor hablaba con gente de toxicología de Buenos Aires, porque este fue el primer caso de envenenamiento de personas mediante sus perros. El sugirió la denuncia en la Policía, porque esto se le está yendo de las manos al asesino de mascotas que casi me mata a mí”, señaló.

Asimismo, se preguntó qué habría pasado si el efecto del veneno afectaba a un niño en vez de a una persona adulta. “¿Y si les pasaba a mis hijos? En dos cuadras casi no la cuento, si le pasaba a una criatura que pesa menos de 25 kilos, no sé si aguantaría”, precisó, en tanto agregó, en relación a los posibles responsables, que “no tienen más que maldad en el corazón, o capaz nunca amaron a un hijo para no tener límite”.

La denuncia policial fue registrada en la comisaría de Los Antiguos, desde donde se inició una investigación de oficio y se remitieron a la Justicia los datos aportados por la mujer y su familia. Los casos de mascotas envenenadas se multiplican y, claramente, la actividad de sus autores es de suma peligrosidad. “Lo viví en carne propia. El que dice que no te hace nada (el veneno), miente. Y no tuve contacto con las babas del perro. Fue por los poros, o me habré acercado las manos a la boca o a la nariz. Algo tenemos que hacer porque esto no está nada bien”, culminó. (UTOPIA)

Miércoles, 19 de septiembre de 2018