Rio Gallegos - Santa Cruz. 2 de Mayo del 2024
NO BAJEN EL MINISTERIO DE IGUALDAD

“Hay que romper todo”

Por Sara Delgado, secretaria de Gobierno de la Municipalidad de Río Gallegos.



El primero de marzo de 2021, cuando Alicia Kirchner dio su mensaje ante la asamblea parlamentaria, subí un video a Instagram criticando que la gobernadora no hubiese hecho un balance de la política de género. Entonces, integraban un colectivo de comunicadoras, Araucarias, desde el que fuimos críticas de la gestión de la Subsecretaría de las Mujeres, que formaba parte de un acuerdo político con el partido SER, y con el que el gobierno tenía una interna a cielo abierto.
Nos parecía injusto que el área quedase entrampada en esa pelea, y por la razón que fuera, en el momento de mayor efervescencia de los feminismos, con el Ni Una Menos a pleno y los pañuelos verdes colgados por todos lados, la Subsecretaria de las Mujeres no había tenido protagonismo.

Ese mismo día pedí una nota con la gobernadora. Entrevisté a Alicia dos veces a solas. La primera fue para un programa feminista que hice gratis en la televisión pública de Santa Cruz. “La Marea” duró todo el 2019, y mientras tejíamos una de las mejores experiencias de acción política en red para que el aborto fuese legal, seguro y gratuito, nunca conseguimos que ningún funcionario ni funcionaria se expresara al respecto. Fuera de cámara nos decían “no, bueno, pero viste que Alicia es católica…” o “Y, pasa que hasta que la gober no se exprese…”.

En ese ciclo, Alicia aceptó recibirnos para un especial de Eva Duarte. Me acuerdo que fue en el jardín de invierno de Casa de Gobierno. Dos sillas, yo de un lado, ella del otro, y en la mesita de metal, una biblia abierta. Fue- flasheo yo-, una forma de decirme: “No me vengas a preguntar por el aborto”.

Y yo no pregunté.
Alicia es una dirigente política del peronismo, y como tal, está llamada a interpretar las demandas populares. Por eso, creyente y todo, hubiese sido imposible que resultara anti derechos en esta.
En diciembre de 2019, el aborto se sancionó y Santa Cruz adhirió con muchísimas dificultades. Los equipos médicos se negaban a realizar la práctica medicamentosa en hospitales. Ya lo hacían con la ILE, que existe desde 1921 en el Código Penal, y ahora pretendían seguir obstaculizando con dilaciones y derivaciones caprichosas, a las personas que decidían no maternar como dicen que Dios manda.

Ya estábamos en 2021, habían pasado dos años desde que habíamos hecho que el aborto fuese legal en el hospital, y la verdad es que una nunca toma dimensión de la crueldad que implica negarle un derecho a alguien, hasta que no ves a tu amiga devorada por el dolor.

Romina cursaba su segundo embarazo cuando le dijeron que venía con una malformación, y que, si nacía, había muy pocas chances de que tuviese un desarrollo pleno. Romi eligió lo que todas en el grupo hubiésemos elegido.
Y llorar, llorar mucho.

A ella, que fue investigadora del Conicet, que tiene estudios de género y trabaja en la formación de la ESI, el Hospital Regional le cerró la puerta en la cara, la maltrataron y la boludearon una semana entera ¿Se imaginan siete días conviviendo con una vida que no va a ser porque humanamente no hay chances?
Yo no.

Nadie le dio respuestas, hasta que consiguió una derivación a Buenos Aires vía el 0800. Es decir, la Nación, que sabía que en Santa Cruz se obstaculizaba el aborto, derivó a mi amiga y le dio una atención humanizada.

A la vuelta, fuimos al hospital, denunciamos el incumplimiento, dimos testimonios, se abrieron sumarios…en fin. Más tarde se crearía un área específica que dio la batalla y se abrirían más de veinte puntos verdes.

Vuelvo al día que Alicia no dijo nada de las mujeres y diversidades. Media hora después de pedirle la entrevista, me confirman que ella me quería ver al día siguiente, pero solo para charlar.
El encuentro fue a las cinco de la tarde y las mujeres de la Residencia habían preparado una mesa de merienda. Había varios platos de cosas dulces, pero una bandeja me llamó la atención. Eran como unos alfajorcitos de color rosa brillante ¿Te gustan los macarrones? Asentí, pero no tenía ni idea.
En ese lugar estaban, la secretaria General de la Gobernación, Claudia Martínez; la subsecretaria de Policías Sociales, Agostina Mora; la secretaria de Estado de Comunicación, Viviana Lazarte; y la titular de Educación, Cecilia “Chachi” Velázquez.

Alicia se sentó en una punta de la mesa y yo a su lado. Antes de arrancar la charla, y mientras las demás se acomodaban, me habló casi en cuchicheo. Tenía un gesto severo y tiró un “¿no te parece?”, mientras me fulminaba con la mirada. Al parecer sabia del video.
Cuando empezaron a servir el té, recuerdo que hice un gesto como extendiendo mi mano sobre la suya, aunque nunca la toqué, y le dije: “Tema aborto, Alicia ¿Quién le pone el cascabel al gato?”. Sí, “cascabel a un gato”, le dije, y yo jamás uso esa frase, pero no debí querer sonar canchera, pienso.
Su respuesta fue inesperada para mí, que había ensayado algunos escenarios de excusas, incluso discursos provida, pero no. Se tomó la cabeza con las manos y me dijo “ni me lo digas… ¡esos son los directores!”.

Entonces, Chachi, aprovechó para decirle a la gobernadora del caso de una docente que necesitaba acceder al aborto de forma urgente. Ellas dos, una ministra y la máxima autoridad de la provincia, viendo cómo hacían porque el director del hospital era objetor y obstaculizaba el derecho a la IVE de otra mujer.
No voy a contar todo lo que dijo Alicia esa tarde, pero fue contundente y su solución, como para todo, era la política. Dijo que había que cambiar cabezas. Que, como el caballo de Troya, teníamos que ingresar a cada hospital e intervenir.
Dije algo así como que los médicos y médicas que acompañaban el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, debían sentir el apoyo del gobierno y de la sociedad, pero que eso era muy difícil si los funcionarios y funcionarias no hablaban de aborto por miedo a que ella se enoje.

Entonces fue que me contó su plan.

“Voy a crear un Ministerio de Mujeres” me dijo, aunque ya entonces sabía que no lo iba a llamar así. Mencionó la palabra “Igualdad” y contó cómo funcionaba esa idea en España. La verdad es que no me gustó el nombre, ni entonces ni ahora. Creo que las políticas transitorias deben nombrar lo que no se ve. El banquito para que la persona más bajita vea qué hay del otro lado del muro, se llama equidad. Y si resulta que siempre las más bajitas son minas, digámoslo.

Alicia suponía que no la iba a tener fácil hacia adentro del gabinete, sobre todo con Economía, por razones presupuestarias. Que muchos le iban a decir que para qué, que no se dejara llevar por una tendencia progresista y cosas así. Alicia hablaba de eso mientras hacía gestos con la mano y levantaba los hombros como diciendo ‘igual, no me importa nada, la gobernadora soy yo’.
La charla siguió y en un momento, entraron otra vez las trabajadoras de la casa, pero ahora con unos panqueques con dulce de leche. Recuerdo que Alicia los festejó como una nena. Yo seguí con el dulce, granulado y ácido del final que tienen los macarrones, que descubrí que son un poco mágicos porque cuando se disuelven, se hacen caramelo.

Volviendo. Como todo en los feminismos, la construcción es colectiva o no es. Por eso acordamos que antes de anunciar nada, íbamos a hablar con las organizaciones de cada localidad de la provincia. Desde Araucarias ya teníamos la experiencia de encuentros provinciales que hicimos en pandemia, y teníamos compañeras que articulaban con referentes de todos lados.

En 2018, nos opusimos a la creación de un Ministerio de Mujeres que se anunció como un hecho resuelto, y sin tener en cuenta las demandas de las pibas y no tan pibas, que se organizaban en comunidades donde las farmacias no les vendían la pastilla del día después, donde había intendentes denunciados por acoso, donde los municipios no les daban un paredón para pintar, o no se podía ni parir sin violencia. A ellas había que preguntarles qué querían. A ellas y a la subsecretaria de las Mujeres, que se había enterado por los medios.

Alicia quiso que fuese así, y cuando terminamos el té, me acompañó hasta la puerta. Le pedí que avanzáramos, y me acuerdo que mientras ella giraba el picaporte me dijo: “Si sí, hay que romper todo”.

Sali de ahí con el pecho explotado. Yo entiendo que la proximidad con les otres en una provincia que no tiene ni medio millón de habitantes puede nublarnos la perspectiva. Hacer que queramos o detestemos a alguien porque suponemos que lo conocemos, pero yo no veía a Alicia solo como la primera gobernadora mujer, sino como la ministra de Desarrollo Social de los doce mejores años del país, y hasta ese momento, también de mi vida. La que sacó a millones de argentinos de la pobreza, redujo los indicadores de maternidad adolescente, aumentó los niveles de escolaridad y muchos otros etcéteras.

Claro, con su frase, ella hablaba de las resistencias que se le iban a venir por sumar estructura, presupuesto y más cargos al Estado, pero, también, porque sabemos que, a medida que nuestros proyectos crecen, también mayor es el rechazo, que se alimenta de nuestro deseo.

Junto a Romina, recorrimos más de cuatro mil kilómetros con foros en 13 municipios. Hubo rees a las que fueron diez personas y otras a las que fueron cincuenta. Debates que comenzaron con una enorme desconfianza hacia el gobierno. Fueron días intensos, de militancia a cambio de nada más que hacernos a la idea de que “el ministerio es nuestro”. Esa fue nuestra consigna y motor.

Viajamos entre abril y mayo y el 27 de ese mes, le entregamos a la gobernadora el informe final con el plan de los colectivos feministas, en una reunión de la que también formaron parte funcionarias del Ministerio de Género y Diversidad de la provincia de Buenos Aires, que estaban asesorando a Santa Cruz.

El 28 de junio de 2022, en un acto en el Salón Blanco de Casa de Gobierno, Alicia le tomó juramento a Agostina Mora como la primera ministra de Igualdad de Santa Cruz, bandera de muchas mujeres y diversidades que por primera vez habían tenido voz en la construcción de políticas públicas.

El ministerio duró un año y medio. Con el triunfo del frente Por Santa Cruz, a todo el compendio de programas destinados a la prevención y erradicación de las violencias, pero sobre todo a generar una transversalización de la mirada violeta, se lo va a jibarizar a una Secretaría.

Sobre esto no voy a escribir, solo mencionar que los únicos gobiernos que retroceden en materia de género son de derecha. Con Javier Milei, el Ministerio de Mujeres Géneros y Diversidad perdió jerarquía y fue absorbido por el de Capital Humano y Coso. En Santa Cruz, el único Ministerio que pretenden desaparecer, es el nuestro.

Este retroceso es clima de época, una que se descarga fascista en Argentina, con propuestas regresivas de las que el Gobierno de la Provincia elige tomar nota y copy paste.
A veces el Estado es traicionero, se disfraza con una narrativa que dice cosas que no hace, se fagocita en nombre de pesadas herencias y retoma su eterno punto de partida: el antiperonismo. ¿Y cuándo si no se dio la mayor ampliación de derechos de las mayorías?

Liberales en lo económico, conservadores en lo social, llegaron para borrar todo un compendio de normas que ordenaron nuestra categoría de sujetxs sociales. Con la Ley Ómnibus no solo rompen la Ley Micaela, la IVE, ILE, nuestros divorcios, jubilaciones y dispositivos contra la violencia machista, sino que vuelven a excluir a las diversidades y reinstalan alegorías catastrales contra las que peleamos para sacarlas de nuestro vocabulario. Las monarquías no dan la batalla cultural, se sirven de DNUs y la fuerza del fraude electoral.

Como la marea, que avanza y retrocede, tendremos que darnos los feminismos una nueva tarea colectiva, para que nunca más, ni propios ni ajenos, nos vengan a cuestionar que los problemas que atraviesan a nuestras comunidades quedaron sin solución por haber atendido nuestras demandas y logros.

No había que ponerle ningún cascabel a gatos ni leones, simplemente, a veces es necesario romper todo para reconstruirlo otra vez, y todas las que sean necesarias. Tenemos el ejercicio.
Por más feminismo con justicia social, siempre.

Venceremos.
Sara Delgado, secretaria de Gobierno de la Municipalidad de Río Gallegos.


Jueves, 28 de diciembre de 2023


 
 


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