En la serie, el vehículo diseñado por Homero resulta un completo fiasco. Sus costes de producción eran tan caros que acabaron enviando a la quiebra a la empresa que lo construía, la de su hermano Herbert por cierto. Y es que para ser rentables, cada coche tenía que venderse a un precio de 82.000 dólares. Los creadores de The Homer en 2013 esperan tener mejor suerte, aunque tampoco esperan hacerse millonarios con su diseño.
Desde luego, han procurado ser fieles a los detalles: compartimento para niños aislado del habitáculo, bocina con tres tonos distintos, bozales para hijos gritones, grandes posavasos y, sobre todo, la figura metálica del jugador de bolos como ornamento definitivo del capó.
El nuevo The Homer está construido sobre la base de un BMW E30 y sus creadores (un grupo de aficionados al motor con mucho sentido del humor) planean estrenarlo en la disparatada carrera de coches curiosos de “Las 24 horas de Lemons”, carrera que parodia a la famosa competición francesa de resistencia.