El funeral fue en Mrida, Mxico, donde se pudieron ver a varios perros callejeros que alimentaba cada maana.
"Mi mam viva conmigo en Mrida, Yucatn, pero se vino a Cuernavaca, a casa de mi hermana para restablecerse de salud pero desgraciadamente fue imposible y en menos de diez das nos dej", relat Patricia Urrutia segn informa Norte Digital, medio que entrevist a la hija.
"Cada vez que vea a un perro en la calle significaba regresar a casa para darle de comer", record Urrutia.
Cuando el fretro lleg a la capilla el cuado de Patricia pregunt si los perros eran de ah, pero le respondieron que nunca los haban visto. Cuando llegaron a la funeraria, los canes se sentaron en la sala y se quedaron ah hasta la maana siguiente, cuando se fueron todos.
"Veinte minutos antes de que la llevramos a cremar, se fueron como llegaron, como una fiesta. En medio del dolor, ellos brincaban de alegra, fue algo maravilloso", explic Urrutia.