Rio Gallegos - Santa Cruz. 17 de Julio del 2025
COLUMNA EDITORIAL

UNA ANALOGÍA DEL CONFLICTO MUNICIPAL

Hola amigos, ayer estuve pensando sobre el conflicto municipal y empecé a elaborar algún tipo de analogía con situaciones de la vida diaria, y más específicamente con circunstancias que suceden y creo que…



…le suceden a muchas otras personas.
Una nieta de 4 años no quiere ir al supermercado con la mamá porque no le compra nunca todo lo que ve, quiere y desea entre juguetes, libros o algún artículo para niños. En cambio la nieta quiere ir con el abuelo al mismo supermercado, ya que cuando van juntos trata de comprarle lo que ella requiere, malcriarla como todo abuelo y creer que se va a sentir bien con él cuando cumple todos sus deseos. Este criterio sin duda es el mismo que sigue todo abuelo para con sus nietos, aunque los días de principios de mes uno pueda gastar mucho más que cuando finaliza el mismo.
Si 5 o 10 días antes de cobrar va con la nieta al mercado y a ella se le ocurre que quiere tener un triciclo de más de 1000 pesos, la primera intención es ponerlo en el carrito con el resto de las compras, pero luego piensa que no le alcanza la plata para llegar hasta el día del cobro e inmediatamente le dice que no. Que no puede comprar el triciclo, que no tiene plata y que lo va a hacer más adelante. Claro, la costumbre de malcriarla la lleva a poner cara de enojo, de llanto y de desesperación porque el abuelo ahora le está fallando.
De aquí en más se pueden tomar dos caminos. Uno es el de olvidarse completamente del pedido, esperar que el nieto termine de llorar y se olvide y seguir con la vida como antes de entrar al mercado. El otro camino, el más difícil, pero el que todos tomarían cuando existe un verdadero acercamiento entre ellos, es ponerse a conversar y buscar entre los dos la forma de poder comprar el triciclo. Esta forma puede tener infinitas soluciones si cada uno plantea varias para poder tener y cuenta y aplicar la mejor. Una de las cosas que se pueden hacer es que toda la familia (mamá, papá, abuela, tías y tíos) ponga dinero para que entre todos lo compren, lo que implicaría que varios de ellos opinen que no se debe malcriar a un niño y aquí termina la cosa. Pero quizás, teniendo en cuenta que es un problema entre el abuelo y la nieta, lo aconsejable es realizar un pacto entre ellos para lograr nuestro objetivo (el triciclo). Por ejemplo, si la nieta se comporta bien en la escuela estas dos semanas, vamos a pensar cómo podemos comprar y pagar lo que vale el triciclo, o en su defecto buscarán entre los dos otro vehículo similar que esté al alcance del bolsillo del abuelo. Y esto es lograr un acuerdo para llegar al objetivo que en primera instancia no se puede alcanzar.
Bueno, con algunas diferencias en las situaciones, podemos decir que el abuelo es una de las partes del conflicto municipal, la intendencia. Y la nieta es la otra parte, el gremio y los trabajadores.
Como dijimos, en primera instancia el acuerdo para pagar el tan expuesto 15 % que requiere el gremio en forma justa no se puede pagar porque la muni no tiene esa plata, y en consecuencia hay que lograr un acuerdo como el que pueden hacer el abuelo y la nieta de nuestro ejemplo. Este acuerdo sin duda se hará en base a la inteligencia de cada una de las partes, al igual que el abuelo va a plantear las variantes de acuerdo a su inteligencia y razonamiento. Esto no significa que la nieta no tenga inteligencia y razonamiento, lo que quiere decir es que el gremio debe estar dispuesto a conversar, discutir, hablar, proponer, aceptar los caminos que se consensuen para lograr que se abone ese 15 %, porque es una cosa que las dos partes quieren.
No debemos distraernos con el berrinche que tenga la nieta al llegar a su casa, a su enojo que quizás le obligue a romper cosas, a su ataque de furia que le hizo romper muchas de las cosas de sus hermanos, en fin, a la quema de cubiertas, amenazas y hechos que están sin duda atacando a los vecinos, sino debieran ocuparse civilizada y adultamente para hallar soluciones, pero no desde el discurso en los medios de comunicación, sino soluciones que se deben plantear, soluciones que seguramente obligan a las dos partes a resignar algo para poder cumplir, a bajarse de los caballos y de la bicicleta para consensuar algo.
En el caso que esto no pueda llevarse a cabo, queda otro camino y es el de designar un mediador que transmita las intenciones a las partes en forma totalmente objetiva, o en su caso aceptar la mediación que de hecho se está llevando a cabo en la intervención del Concejo Deliberante de la ciudad, pero aceptarla con el fin de llegar a un acuerdo y dar por finalizado un conflicto que a todos nos duele.
No puedo terminar este editorial sin referirme a aquellos que dan su opinión en los medios de comunicación o en pasacalles, que a medida que pasa el tiempo se van sumando, y que sin duda no tienen intención de mediar ni de aportar algún tipo de solución, teniendo como finalidad solamente hacer leña del árbol caído trayendo a su reducto mezquindades políticas a través de la demagogia.
Hasta luego amigos lectores, y espero no haberlos disgustado con mi análisis.


Viernes, 15 de mayo de 2015


 
 


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