CHUBUT
“Una mujer víctima de violencia tiene que ir prácticamente muerta para que hagan algo”
Gabriela Zúñiga tenía 18 años cuando su novio menor de edad la asesinó. Hoy, su madre sigue luchando para que se haga justicia ya que el asesino está libre. En diálogo con Diario Patagónico, habló qué la une a la marcha de hoy.
En una entrevista exclusiva con Diario Patagónico Teresa Soto relató no solo el horror que le tocó vivir hace casi 17 años atrás, cuando su hija Gabriela Zúñiga de 18 años fue asesinada por su novio G.N un 12 de noviembre del año 1998, sino los vaivenes legales, la impunidad y la falta de acompañamiento de una sociedad sin memoria que no condena al agresor.
A la marcha convocada para hoy de amplia difusión denominada “Ni Una Menos”, Teresa confirmó que iba a asistir, porque aún se pregunta “¿Qué clase de Justicia tenemos que los que matan entran por una puerta y salen por la otra?”. El joven que estranguló y enterró a su hija tenía 17 años al momento del crimen. Durante el juicio le dictaron 12 años de prisión, luego se la bajaron a 8 y después por buen comportamiento a 6. La condena la cumplió en Rawson y en Esquel y hoy en día camina libremente por las calles, relacionándose quizás con más chicas que desconocen su oscuro pasado.
“Durante muchos años sentí una bronca incontrolable, recién ahora podemos hablar de Gabriela sin que se generen peleas en la familia. Todos fuimos al psicólogo y uno de mis hijos quedó con traumas por toda la situación que tuvimos que vivir, mi marido entró en depresión, después yo, fueron años muy difíciles”, comentó. Es que más allá de la crudeza del haber perdido a su hija en manos de su novio, Teresa relató la impunidad que hubo a la hora de juzgar al asesino. “En ese momento en la Alcaidía había un pibe menor de edad que estaba preso por haber robado un estéreo y el que mató a mi hija andaba libre. Una vez lo vi en la calle, lo encaré y le dije ´lo único que quiero que me digas es porque mataste a mi hija, nada más, solo respondeme eso´”, contó.
Cansada de pedir acompañamiento a la sociedad y a la justicia, criticó que “los jueces y políticos no hacen nada, nadie controla nada y lamentablemente siempre va a seguir siendo así porque nadie mueve un dedo”. Teresa advirtió: “una mujer que es víctima de violencia tiene que ir prácticamente muerta para que alguien haga algo, si no puede hacer 20 denuncias que todo va a seguir igual. Seguimos con la misma justicia y yo me pregunto ¿Cuándo van a hacer algo?”.
“Si nadie controla nada van a seguir las muertes. Yo –como madre- pensaba que el peligro estaba de noche pero me equivoqué, la muerte te puede encontrar a cualquier hora”.
EL NOVIO, SU ASESINO
“Ellos se conocieron en el centro, y al tiempo empezaron a salir. Él iba mucho a mi casa pero siempre noté como que estaba celoso de las amistades que tenia Gabriela. Ella era una persona muy dada, tenía muchos amigos”, recordó y explicó cómo fue el día que mataron a su hija.
“Aquel 12 de noviembre Gabriela me pidió permiso para salir con G.N, como era a la tarde le dije que sí. A mí me daba miedo que salga de noche. Ese día después de las 17 vino mi marido a decirme que nuestra hija estaba muerta y que quien la mató fue su propio novio”.
“A G.N primero lo alojaron en la Seccional Tercera pero no estuvo ni una semana que le dieron arresto domiciliario. Yo pasaba por afuera de la casa y él estaba de joda. Él iba afuera de mi domicilio con el auto y aceleraba, y hasta nos amenazaron que si seguíamos reclamando justicia iban a ir por nuestra otra hija Ana María –quien por aquel entonces tenía 16 años-“, apuntó.
“Yo solo quería que lo condenen. Él tenía que pagar por lo que le hizo a Gabriela. Mató a mi hija, ella tenía todo el derecho del mundo de estudiar, de seguir con su vida y él le arrebató todo eso. Organicé marchas y panfleteadas reclamando justicia. Cuando me enteré que él iba a la Universidad fui a escracharlo para que todos sepan lo que había hecho, finalmente él tuvo que abandonar sus estudios”, afirmó.
“A las mamás que sufrieron la misma pérdida que yo, les digo que sigan luchando, que no se callen ni se rindan porque siempre va a haber alguien que las va a ayudar”, puntualizó. (Patagónico)
Miércoles, 3 de junio de 2015
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