Basta recorrer algunas de las plazas públicas de la ciudad para darse cuenta que no cuentan con el mantenimiento adecuado desde hace un largo tiempo. De hecho, algunas de ellas no son mejoradas desde hace al menos cinco años. Si bien se trata en problema menor en comparación a otros, es una realidad local visible y que no pasa desapercibida por los vecinos. De todas formas, si bien se puede responsabilizar a Obras Públicas por la falta de tareas de reacondicionamiento, parte de la repsonasbilidad recae en el propio ciudadano que no cuida los bienes públicos.
Un claro ejemplo es la plazoleta “Quique” Fernández, ubicada sobre la avenida 17 de Octubre en el barrio 499. Construida en los años noventa, sigue con los mismos juegos infantiles hoy en 2014. Las hamacas ya no están completas y en algunos casos sólo queda la estructura. Algunas cadenas que sobresalen, podrían ser incluso peligrosa para los menores.
A pocas calles, la plazoleta ubicada en el corazón del barrio 366 y frente al centro de salud n° 5, está en la misma situación. Los vecinos de forma constante han reclamado al Municipio que interceda en la mejora, pero hasta ahora, no se han dado mayores respuestas.

Vandalismo
Algo que afectó a los parques tanto o más que la dejadez del municipio, fue la irresponsabilidad del propio vecino. En algunos lugares, fueron jóvenes quienes han destruido o dañado los juegos infantiles (casos lamentables como el ataque a juegos integradores de la plaza integradora Orkeke). Esto propició que se estudiaran algunas alternativas para la protección del bien público: se habló de cámaras de seguridad, de la creación de la figura del plazero, pero nada se concretó. Sólo se instó a los vecinos a denunciar al 108 o a la policía en caso de ver algún acto de vandalismo.
Como se remarcó líneas atrás, se trata de un problema menor en un municipio con otras prioridades, pero que no deja de ser una deuda pendiente con los barrios de la ciudad. Pero en éste caso, la culpa y el llamado de atención es también para el ciudadano.