COLUMNA EDITORIAL
LA VERDAD SIEMPRE TIENE LA ÚLTIMA PALABRA
Quiero compartir este cuento que encontré en un libro: “A mi padre le regalaron una armónica cuando tenía 15 años. Él nunca aprendió a tocarla. Su casa estaba llena de libros en francés y alemán; pero él jamás...
...balbuceó una sola palabra en otro idioma. Sin embargo, me decía que hablaba esos idiomas a la perfección y que de niño era el mejor de su clase con ese instrumento. Cuando yo tenía 10 años le pedí que me enseñara a tocar la armónica. Me miró con los ojos apagados y presa de la vergüenza y me confesó que no sabía tocarla. Desde entonces sólo una pregunta se aloja en mi mente cada vez que pienso en mi padre. ¿Por qué había estado mintiéndome todo ese tiempo? Hace unas semanas me lo contó todo. Cuando mi padre era chico su madre le decía que ella sabía muchísimas cosas que él no tenía ni siquiera idea de que existían; cuando él le preguntó, siendo ya mayor, por qué le había mentido, su respuesta fue clara: “el poder lo inventamos y lo mantenemos forzando las palabras, llevando al límite el sentido de la verdad“. Y él agrego: “Es decir, creando una realidad donde hagamos ciertas aquéllas cosas que en el fondo de nuestra alma sabemos que no lo son”. Esta tarde, mi hija de 7 años ha visto la armónica que guardo en uno de los cajones de mi escritorio y me ha pedido que le toque una canción; mientras lo hacía pensaba en mi padre: en lo mucho que se había perdido por no aprender a tocar ese instrumento bellísimo y, sobre todo, por haberme mentido. Hace muchos años que no lo veo; debe tener el pelo del color de la abuela, blanco y rígido. Nada se resiste al paso del tiempo; por mucho que luchemos contra la verdad ella siempre tiene la última palabra”.
Bueno, mis queridos lectores, es solamente un cuento, pero un cuento que podemos sin duda adaptarlo a la realidad de hoy y del país, donde un presidente mintió en su campaña para lograr un voto más, miente cuando habla de que ya se nota que estamos mejor, y seguirá mintiendo con las inversiones que quizás, si tenemos suerte, pueden llegar desde el exterior. Si nos queremos preguntar el motivo de esas mentiras, vamos de nuevo al cuento y pensemos en el comentario de la abuela: “el poder lo inventamos y lo mantenemos forzando las palabras, llevando al límite el sentido de la verdad“, y si no nos quedamos conformes podemos pensar en lo agregado por el padre: “Es decir, creando una realidad donde hagamos ciertas aquéllas cosas que en el fondo de nuestra alma sabemos que no lo son”. No vamos a discutir que muchas de las cosas que nos dicen desde el gobierno y desde los medios de comunicación son ciertas, ya que sabemos, conocemos y estamos seguros que son mentiras a la luz de la situación que cada uno de nosotros estamos viviendo, pero sí podemos deducir que estos funcionarios, estos medios y este presidente, al pasar los años y sentirse retirados del poder y de las obligaciones, van a sentir todo lo que se perdieron en mentirnos, van seguramente a sufrir por todo ello, por no ser sinceros, por tratar de forzar una situación que ni ellos creen que sea verdad, en fin, por haberse negado a pensar que la verdad siempre tiene la última palabra. Hasta la próxima oportunidad, mis queridos lectores.
Miércoles, 4 de mayo de 2016
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