CHUBUT
Repetirán juicio por joven presuntamente violado en la Comisaría 2°
Habían absuelto a cinco policías. La Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia dijo que los jueces no valoraron el comprometedor relato de la víctima ni las pericias médicas.
El Superior Tribunal de Justicia ordenó realizar un nuevo juicio por el caso del joven presuntamente violado por policías en la Comisaría 2ª de Trelew. La Sala Penal confirmó que la detención de la víctima la noche del episodio fue legal, pero en cambio pidió nuevas audiencias para saber qué pasó realmente durante su traslado y estancia en la Seccional. El fallo fue dividido: Jorge Pfleger y Alejandro Panizzi le dieron la razón a los fiscales y a la querella; Daniel Rebagliati Rusell avaló la posición del tribunal original.
Según la versión acusadora, la madrugada del 18 de enero de 2012, el joven M.A., de 16 años, fue detenido en la puerta de su casa luego de incidentes con su novia y un desconocido en una Traffic blanca, que quiso manotear a la chica. Fue reducido con golpes y patadas. Sólo atinó a gritar por su madre y agarrarse de las rejas. Esposado, lo subieron al patrullero con más golpes.
Lo acusaban de haber robado y le decían: “¿Así que a vos te gusta pegarle a las mujeres, pedazo de maricón?”. Desde el piso del coche, Almonacid lloraba.
Ya en la Comisaría 2ª, lo ingresaron – todavía esposado- a un lugar oscuro del sector de celdas. Le taparon los ojos y lo arrinconaron contra una pared. Le sacaron el cinturón, y le bajaron los pantalones y el calzoncillo. “Ahora vas a gritar con ganas, mamá”, le avisaron. “Le introdujeron varias veces un objeto similar al bastón tonfa que usa Policía.
Luego lo sacaron, lo tiraron al piso y le preguntaron: “¿Te gustó, putito?”, mientras le pegaban de nuevo. Le arrojaron agua con un jarro. El chico, descompuesto, sin aire, con asco y mucho dolor, pidió ir al baño mientras los policías se reían y se burlaban.
En mayo de 2013, los jueces Darío Arguiano, Adrián Barrios e Ivana González absolvieron por este episodio a los policías Carlos Pato, Héctor Ortiz, Sergio Castillo, Aníbal Muñoz y Carlos Treuquil. Los fiscales María Tolomei y Arnaldo Maza apelaron ante el STJ.
En su decisión, Pfleger opinó que no era necesario que el joven tuviese lesiones visibles para demostrar que había sido vejado. “Toda conducta que implique un menoscabo físico o moral innecesario o injustificado, que melle la consideración y el respeto a las personas legalmente privadas de libertad, es una vejación”. Con este error, el tribunal exigió más pruebas que las requeridas y le restó valor al relato de testigos y víctima.
Su voto habló del contexto de la detención, la “franca superioridad numérica y de medios entre los efectivos policiales y el aprehendido” y que no haya habido respuesta violenta de Almonacid, sólo aferrarse a la reja de su casa para evitar que lo llevaran.
Pfleger tuvo en cuenta lo difícil de probar los delitos cometidos desde instituciones como la Policía. “Juegan la posición de poder de los atribuidos, su capacidad de manipular o destruir la evidencia con cierta impunidad, o su pertenencia a una corporación que, como es natural en todas, tiende a la protección de sus miembros o a reivindicar para sí la potestad de sancionarlos”.
Se comprobó que el chico tenía lesiones en el ano causadas por un objeto rígido. Para Pfleger fueron “exagerados” los razonamientos que usaron los jueces para no creerle. “Discurrir acerca de los conceptos ´fisura anal´, ´desgarro anal´ para desestimar la lesión anal provocada por la introducción de un objeto en un marco vejatorio constituye una desviación inapropiada del razonamiento”.
“No me parece lógico negar la penetración pues no hay certidumbre que haya sido provocada o no por uno de los bastones tonfas secuestrados, tanto y peor cuando se propone en la sentencia que la lesión pudo bien ser causada por ese objeto”.
En cuanto al relato de la víctima, debieron escucharla sin prejuicios y en relación directa con el contexto del episodio. Si el hecho se cometió en un ámbito hermético como una comisaría, hay que distinguir los datos racionales de aquellos producto “de la conmoción o de las emociones”.
“Es arbitrario desechar en bloque la expresión de un menor que alude a que fue maltratado en la Comisaría hasta el punto de sufrir la introducción de un objeto rígido en su ano, sin emitir una razón poderosa que evidencie la mentira”, remató.
Almonacid pudo exagerar por enojo pero esto no desmerece “lo que fluye de su propio cuerpo, a menos que se opongan otros datos firmes que lo descubran. Todo agravio produce enojo”. Es posible que su relato tenga tramos dudosos. Pero para demostrar que mentía hacían falta pruebas y no especulación.
Tampoco se puede decir que estaba borracho. No puede tener más peso el dicho de un policía que le notó aliento a alcohol, que la comprobación de un médico hospitalario que lo encontró lúcido.
Además, descalificar a la víctima porque inventó una enfermedad cuando niño “es realmente inaceptable”.
El ministro Panizzi criticó el razonamiento de los jueces según el cual el relato de víctima no coincidía con los rastros físicos informados por los médicos. Y recordó que el juez Arguiano dijo que el abuso sexual estaba probado aunque no su responsable. “Los sentenciadores relativizaron el valor probatorio del testimonio de la víctima y de sus lesiones”.
El tribunal había considerado que no se podía saber si eran lesiones por abuso sexual. Ni que se produjeron en el momento en que la víctima las denunció. Y advirtieron que los dichos de Almonacid no eran creíbles por su consumo de alcohol esa noche, el enojo y la bronca que mostró a los uniformados.
Para el ministro, son “argumentos endebles” para desechar el testimonio de la víctima. “Existen pericias médicas que avalan su versión y distintos indicios que la tornan verosímil”. Si hubiese mentido se hubiese expuesto a una “cruel estigmatización” ya que practicaba boxeo que “socialmente se identifica con la masculinidad”.
El psicodiagnóstico no mostró que fuera un mentiroso. Los jueces no explicaron bien por qué desecharon su declaración. En cambio, “esbozaron meras conjeturas o especulaciones inconsistentes para apartarse de las evidencias”. Debieron hacer un “un mayor esfuerzo intelectual” y agotar todas las hipótesis. (Jornada)
Viernes, 10 de octubre de 2014
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