Sobisch había subido los decibeles conceptuales de sus discursos en esta última semana. Primero, contrastó cantidad y calidad de obras públicas de su gestión con la actual, en detrimento de esta última. Se paseó por temas salariales y de impuestos, para reafirmar sus propuestas de aumento y reducción, en cada caso. Y hasta se permitió hacer notar un abandono hacia los mapuches, ya pisando tierras sureñas y cordilleranas.

Sapag recogió el guante arrojado por el desafiante ex que quiere volver a ser. En la inauguración del salón de los alimentos y el vino, un encuentro promocional de la producción regional, en el espacio DUAM, el mandatario provincial sostuvo que la respuesta a Sobisch la daría la gente votando el 30 de este mes. Resaltó que había recibido (en 2007) una sociedad “crispada”, y que había conseguido su gestión, en contraste, la “paz social”. Se refirió también a la siempre criticada relación con el kirchnerismo, y deslizó que Neuquén no podía ser una isla, pero tampoco “una colonia”. Y reiteró que para su propio concepto y el de su gobierno, en los últimos años se puso en marcha el programa de obra pública “más importante” de la historia provincial.

Así, por primera vez de manera evidente, la interna encontró su máximo nivel corporal al encarnar directamente en las dos figuras más relevantes del MPN en cuanto a protagonismo gubernamental de las últimas dos décadas. No sorprende, porque era inevitable. Pero sí deberá tomarse en cuenta que el termómetro no bajará, sino que se mantendrá alto, incluso con cierta independencia del contexto general. (Diariamente Neuquen)